Nolberto Enrique Mendoza es venezolano de nacimiento, y si algo lo ha llevado a mantenerse de pie, pese a todas las adversidades que le tocó vivir, es el puro sentimiento de encontrar un futuro prometedor en otros lares para su nieta y su esposa, Esperanza, quien la acompaña siempre y le hace recordar que al final de la tormenta, el sol siempre brilla.
Ambos son abuelos de una niña de un año. La madre, es decir la hija de Nolberto y Esperanza, sufre de una condición psicológica que no le permitía tener responsabilidad completa y directa sobre su propia hija, por ello que la pareja de adultos mayores se hizo cargo.
Sin embargo, la cruda situación que viene atravesando Venezuela producto de la crisis alimentaria, económica, social y política han empujado a Nolberto y Esperanza a migrar hacia Perú junto a su nieta pues era “quedarse y sufrir o migrar y abrirse paso”.
El camino fue difícil, pero cruzaron ríos, trochas, en un trayecto de siete días a pie desde la frontera venezolana hasta la peruana, velando siempre que su nieta esté sana y salva, pese a todo los desafíos que suponen el camino hacia su nuevo hogar.
“Nos venimos solos, mi esposa, mi nieta y yo; anduvimos por trochas, cruzamos ríos, todo fue un sacrificio. Nos tomó siete días llegar a Perú. Hemos enfrentado muchas dificultades, pero siempre hemos estado de pie, más aún por nuestra nieta. Gracias a Dios ya estamos aquí”, cuenta en medio de sollozos Esperanza.
Fue así que llegaron a Perú, y luego a la capital Lima, donde se asentaron con desafíos por delante. Nolberto se dedica al reciclaje, que le demanda varias horas en la madrugada, y Esperanza se ocupa de los asuntos del hogar y de mantener a su nieta saludable, en base a sus necesidades.
“Por ahora tenemos un lugar dónde vivir. No me quejo de Perú, me gusta mucho, aunque la situación que vivimos no es la mejor”, dice Esperanza y Nolberto agrega “al menos aquí sí nos alcanza el dinero. Acá felizmente siempre hay algo que hacer”.
Pese a todos los esfuerzos que realizan día a día, el dinero no era suficiente. Sus vecinos notaban las carencias de los abuelos venezolanos. Fue entonces que una de ellas les comentó sobre la ONG internacional World Vision. “Nos dio un número y fue a partir de eso que inició el proceso de ayuda del que estamos muy agradecidos”, comenta Esperanza.
“Nos topamos con la ayuda de World Vision Perú y en realidad estamos muy agradecidos. Más que nada porque nos dieron esta ayuda, porque ahora estamos pagando tantas cosas. Con el apoyo que nos han dado, ahora podremos aliviar nuestra situación económica por el bien de nuestra nieta, por el bien de nosotros mismos”, dice Nolberto.
El apoyo al que se refieren es producto del proyecto “Reducción de la vulnerabilidad de venezolanos en Perú a través de dinero en efectivo y alimentos”, que se desarrolló en abril del presente año y que buscaba fomentar la alimentación saludable entre los migrantes a través de un incentivo económico.
“Nuestras vidas van a mejorar gracias a la ayuda que nos están brindando, para los alimentos de nuestra nieta. Estamos muy agradecidos por la ayuda maravillosa que nos han dado. Que Dios lo multiplique por esta labor que ustedes hacen”, finaliza Esperanza.
SOBRE WORLD VISION
World Vision Perú trabaja desde hace más de 40 años por reducir la violencia contra niños y niñas a nivel nacional con el despliegue de proyectos que buscan generar conciencia en padres, madres, maestros y autoridades sobre las graves consecuencias que genera esta práctica en el desarrollo de los menores de edad, quienes son el futuro de nuestra sociedad. Conoce más en https://worldvision.pe/