Encontramos a Marianny de 23 años, regresando de un trabajo que encontró en una textilera durante el día. Ella muy amablemente nos invitó a pasar al pequeño cuarto donde vive con su hija de 3 años y su esposo.
Nos cuenta que dentro de unos meses cumplirá dos años en nuestro país. Y aún sigue recorriendo un camino muy difícil para salir adelante.
“Aquí por lo menos nos podemos abastecer con comida para una semana”, comenta Marianny tras contarnos que el motivo principal por el que dejaron Venezuela fue por su hija. Les resultaba muy complicado comprar leche y pañales para ella. Con suerte lograban comprar 1 kilo de arroz por semana en su país de origen.
A pesar de la travesía por la que pasó para llegar al Perú y de estar lejos de toda su familia, ella sabe que aquí puede construir un futuro mejor para su hija.
Sin embargo, durante la cuarentena debido a la emergencia sanitaria, Marianny y su familia pasaron por momentos muy complicados: su esposo perdió el trabajo, se endeudaron con el alquiler del cuarto y no alcanzaba el dinero para la comida. “Los tres dormíamos hasta mediodía para saltarnos el desayuno, había que engañar al estómago y entretener la mente”, agrega.
De a pocos, Marianny y su familia lograron salir parcialmente de esta situación. Su esposo volvió al trabajo de manera esporádica, para aliviar algunos gastos que tenían que seguir cubriendo a pesar de la situación. Por su parte, ella consiguió trabajo cuidando a un niño; sin embargo, tuvo que dejarlo a los pocos meses.
Por fortuna, después de una llamada, ella y su familia recibieron una buena noticia: serían los beneficiarios del proyecto “Reduciendo la vulnerabilidad de migrantes y refugiados venezolanos para satisfacer necesidades básicas e inmediatas incluyendo alojamiento y alimentación, cumpliendo con los protocolos de bioseguridad ante la covid-19”. Un proyecto que busca mejorar la calidad de vida de familias migrantes venezolanas, además de brindar información para identificar y saber cuándo denunciar delitos como la violencia, trata y explotación de personas.
“Sentí un gran alivio, esta ayuda del proyecto nos cayó como del cielo”, comenta, pues además de la falta de dinero, Marianny se enfermó gravemente. Gracias a la ayuda económica del Programa Europeo Regional de Migración y Refugio Iniciativa Especial SI financiado por la Unión Europea y la Cooperación Alemana BMZ, implementado por la Giz en Perú, pudo saldar la deuda de su intervención. Además, ha guardado un saldo del dinero para poder llevar a su esposo al oftalmólogo, ya que desde hace un tiempo no ve bien con un ojo debido a un accidente que tuvo en el trabajo.
Por otro lado, el dinero también fue usado para mejorar la alimentación en su hogar. Pudo comprar más y mejores insumos para la cocina como arroz, harina, frutas, huevos, entre otros. Además de los pañales para su hija.
“Si no recibíamos esta ayuda, hubiéramos estado muy apretados porque no nos abastecíamos, no teníamos de donde obtener dinero”, nos comenta.
La ayuda brindada por parte del proyecto también abarca información sobre violencia, trata y explotación de personas, algo que ella recalca y agradece, pues siente que puede ser vocera de lo que ha ido aprendiendo a través del material informativo recibido y las charlas lideradas por las autoridades competentes. “Debemos reconocer los delitos”, agrega.
Por lo pronto, Marianny pretende continuar su vida en el país. “Preferimos quedarnos aquí y trabajar duro. Regresar a Venezuela no es una opción”, finaliza.
Así como Marianny, muchas otras familias migrantes en condición de vulnerabilidad han recibido el apoyo de instituciones cooperantes asociadas con World Vision. El objetivo es reducir tensiones económicas y brindarles información importante en su condición de migrantes. Es necesario hacer este tipo de labores y estamos seguros que lo seguiremos haciendo.