Queridas niñas y adolescentes,
Quiero decirles que tienen el derecho de soñar porque son capaces de lograrlo. Sé que hay adversidades, pero el cambio es posible. Lo digo con total convicción porque así como muchas de ustedes, también vengo de un contexto complejo.
Empezamos desde cero en un barrio pobre, peligroso, donde mis compañeras de secundaria quedaban embarazadas y cuando terminé, ellas ya tenían hijitos. Ingresé a la universidad a estudiar enfermería, hice salud comunitaria y seguí el camino que me trajo hasta aquí. También fue gracias al trabajo de mi mamá que los cuatro hermanos salimos profesionales en un mundo complicado. Ella nos cuidaba.
En el camino, encontré muchos ángeles. Desde mi maestra de primaria que, cuando me conoció, me cuidó. En secundaria, hubo maestras que vieron algo en mí y me cuidaron para que no caiga en otras cosas. En la universidad fue igual.
Por eso creo que la niñez puede cambiar su historia. Mi familia y yo somos ejemplo de eso. Ahora que ocupo un cargo en una organización, trabajo para que más personas tengan más oportunidades. Porque a veces solo necesitamos eso: que nos den una oportunidad. Cada vez que veo historias de la Alianza Nacional de Líderes de Transformación (Red ANALIT) me alegro muchísimo: las y los conocí cuando eran pequeños y ahora, ya jóvenes, a puertas de entrar a la universidad… Sí se puede.
Que nadie minimice sus sueños, ni las calle. Aprendí que mi tamaño [soy de baja estatura] y el hecho de ser mujer no fueran temas limitantes. También aprendí a hablar fuerte y hacer que se me escuche. Su vida puede ser diferente, el entorno cercano –donde nos sumamos como Word Vision- podemos apoyar a hacerlo realidad. No hay límites
Quiero decirles también que no están solas. Pese a la adversidad, en la vida siempre hay una mamá, una tía, una abuela o una maestra que nos cuide y nos motive. Hay que tener, eso sí, mucho discernimiento de que esa persona esté realmente interesada en ayudarte, no de aprovecharse.
Lo más importante es que se tienen entre ustedes mismas. El cielo es el límite.
Sandra Contreras
Directora ejecutiva de World Vision Perú