Iniciando el Bicentenario de la Independencia del Perú, nuestro país no solo atravesará grandes cambios, sino que también tendrá la oportunidad de asumir retos para promover el desarrollo integral de niñas, niños y adolescentes (NNA), que hoy se constituyen como actores protagónicos para cambiar los paradigmas y formarlos como los ciudadanos que construirán un país más próspero.
Para ello, debemos comenzar reconociendo y respetando sus derechos, independientemente de su sexo, nacionalidad, cultura o condicional socioeconómica. Lamentablemente, las cifras nos demuestran que aún existen brechas y desigualdades que impactan en la vida de la niñez y adolescencia, limitándolos para alcanzar todo su potencial.
Actualmente, en el Perú habitan más de 9 millones 650 mil NNA, entre peruanos y migrantes, que representan casi el 30% de la población. Sin embargo, la Política Nacional Multisectorial para NNA al 2030 reconoce como problema público el limitado reconocimiento de su participación, derivado del escaso desarrollo de espacios de participación y acceso a la información.
La educación se presenta como otro desafío, pues la emergencia a causa del Covid-19 evidenció crudamente la brecha digital en el país y la falta de preparación que existía a todo nivel. Ello provocó que más de 370 mil estudiantes tuvieran que abandonar sus estudios en el primer año de la pandemia; hoy el retorno seguro a clases se presenta como un nuevo escenario para el que debemos estar preparados a todo nivel.
Y siguiendo en el mismo contexto pandémico, otro problema colateral a la enfermedad se vivió en las propias casas de los NNA. Según el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (Mimp), en el primer trimestre del 2021, se atendieron 12 mil 306 casos de violencia contra niños, niñas y adolescentes.
Si bien las cifras no son alentadoras, sí lo es la oportunidad que el Bicentenario nos da para escribir un nuevo capítulo en nuestra historia, donde las brechas y la desigualdad no existan, donde todos tengan las mismas oportunidades, y sobre todo, donde cada niña y niño pueda vivir con amor y sin violencia.
Para ello, desde World Vision Perú proponemos seguir uniendo fuerzas y voluntades entre el Estado, la empresa privada, la sociedad civil y la ciudadanía en general, tanto para priorizar acciones que busquen dar solución a la problemática de la niñez, como para hacer realidad sus sueños y aspiraciones para forjar un país sin violencia, sin corrupción y con valores.
La lucha contra la violencia debe ser frontal y con alternativas que garanticen que el problema se erradique de raíz. Para ello, proponemos seguir con el enfoque de crianza con ternura, pues las experiencias adversas de la niñez muestran efectos negativos en su vida académica, social y bienestar personal desde muy temprana edad. Promover la crianza con ternura desde el hogar, en el colegio, en la comunidad y con el apoyo de las autoridades garantizará cambios en la sociedad a mediano y largo plazo, pues las niños y niños (futuros adultos) crecerán con valores que cimentarán su ciudadanía en un país donde se respeta a cada uno por igual.
Por su parte, la apuesta por una educación de calidad es un eje clave para cambiar paradigmas; el tener acceso no lo es todo. Debemos acortar las brechas tecnológicas, promover el acompañamiento de la familia y tener profesores capacitados con las metodologías que exige “la nueva normalidad”.
Es alentadora la iniciativa del Ministerio de Educación (Minedu) de promover las clases semipresenciales de 100 mil alumnos de 2,474 colegios públicos de zonas rurales del país desde abril pasado. Así como que a la fecha, 80 mil docentes han recibido las dos dosis de la vacuna y 295 mil la primera.
Por su parte, para apoyar a que cada niño y niña pueda seguir estudiando con herramientas diseñadas para su propio contexto, en World Vision nos sumamos a los esfuerzos del Estado donando tablets, instalando antenas para brindar Internet, capacitando a más de 7 mil docentes y diseñando cuadernos de autoaprendizaje para poblaciones rurales y urbanas altamente vulnerables. Así, más de 52 mil NNA pueden seguir estudiando con las condiciones que se merecen.
Finalmente, el derecho a la opinión y la participación de la niñez es un punto muy importante pero aún poco promovido. Al ser agentes y ciudadanos de derecho, la voz de las niñas y niños debe ser amplificada, escuchada y atendida, no solo por el Estado, sino por todos nosotros; así garantizaremos que sus necesidades y anhelos sean atendidos desde las alternativas que ellos mismos nos proponen. El respetar su ciudadanía plena es un derecho en Perú como en todos los países del mundo.
En World Vision Perú promovemos la participación de NNA de forma transversal en todos nuestros proyectos y estrategias, así como somos una agencia para que en diversas instancias públicas y privadas también se haga. Ellos acompañan y asesoran a la Red ANALIT (Alianza Nacional de Líderes de Transformación), que participa en la defensa y promoción de sus derechos. Agrupa a 150 organizaciones comunitarias y escolares, que integran 1600 niños y adolescentes de 10 a 17 años de Ayacucho, Huancavelica, Áncash, Cusco, La Libertad y Lima.
Sin duda alguna, el 2021 será un año para afianzar el compromiso con nuestra niñez, siendo nuestro Bicentenario el escenario oportuno para apuntar a trabajar unidos por los que son y serán los protagonistas del cambio que el Perú necesita.