Angello tiene 16 años y está en quinto de secundaria. Vive con sus padres y su hermana de 6 años, en una comunidad vulnerable de la región Lima. Comparte sus clases remotas con las tareas del hogar, que consisten en ayudar con la preparación de los alimentos, la limpieza de la casa y ayudar a su hermanita en sus tareas.
Las restricciones de la pandemia del Covid-19 le impiden como a miles de escolares del país tener clases presenciales desde el 2020. El año pasado, se comunicaba con sus profesores por el WhatsApp del celular de su mamá. Le dejaban audios, videos y archivos en PDF para que haga las tareas de todos sus cursos.
“Al principio dijeron que las clases serían con el programa Aprendo en Casa, que se transmite por televisión y radio. Me retrasé en algunas actividades, pero me puse al día a través del WhatsApp”, precisa el adolescente tras indicar que hacía sus tareas en un cuaderno y le tomaba fotos para enviárselas a sus profesores.
Pero este año las dificultades quedaron atrás. World Vision Perú le entregó una tablet con conexión a Internet para que acceda a sus clases remotas y también le dio un kit de útiles escolares para que haga sus tareas. Antes solo tenía un cuaderno para sus cursos, pero ahora cuenta con varios para hacer sus trabajos.
“Estoy agradecido con World Vision porque no solo me ayudan a mí, sino a mis vecinos y mi comunidad. Con la tablet, hago mis tareas en Word y le agregó imágenes. Se las envió a los profesores. También puedo hacer trabajos en PowerPoint y acceder a las lecturas que nos dejan”, destaca entusiasmado Angello.
No hay fecha para el retorno a las clases semipresenciales en zonas rurales o urbanas de Lima, pero está entusiasmado con la posibilidad de reencontrarse con sus amigos y profesores. “Quisiera volver a estudiar de manera presencial porque es diferente a las clases virtuales, pero se tienen que respetar las medidas de seguridad”, añade.
Asimismo, el estudiante está satisfecho de haber participado en los talleres de Youth Ready de World Vision, que brindan habilidades para la vida y el trabajo, y de habilidades socioemocionales, que le permitieron salir adelante a pesar de las dificultades que tuvo que afrontar en su educación por la brecha digital.
Angello sabe la importancia de la educación y quiere estudiar ingeniería metalúrgica cuando acabe el colegio. Mientras tanto se esfuerza al máximo para cumplir con las tareas escolares y aprovecha los talleres que están a su alcance. La única manera de cambiar su futuro es a través de los estudios.