La violencia familiar no se restringe estrictamente al abuso físico, el cual es fácil de identificar debido a los moretones, arañones y demás marcas que pueden quedar en el cuerpo del niño. También existe el maltrato psicológico, el cual puede ser mucho más difícil de identificar, sobre todo en los niños y niñas en edad escolar.
Generalmente las niñas y niños no tienen las herramientas necesarias para reconocer o defenderse del maltrato físico o psicológico, incluso dentro de sus propios hogares. Cuando una o un menor sufre violencia familiar, difícilmente lo hará saber ya que el miedo o la vergüenza los domina.
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Señales de violencia familiar en menores
Algunas de las señales para identificar que un niño ha sido maltratado en casa son:
- Muestran temor hacia los padres.
- Evita estar en compañía de algún miembro de la familia (usualmente el agresor).
- Cambio significativo en la conducta sin motivo aparente.
- Conductas agresivas o rabietas severas y persistentes.
- Cansancio o apatía permanente.
- Actitud hipervigilante.
- Conducta antisocial o síntomas de depresión.
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Es muy importante mencionar que un caso de violencia física o psicológica dentro de un hogar también puede ser detectado mediante las actitudes y comportamientos de los padres y/o otros miembros de la familia que viven en la casa.
Desde ese ángulo, los adultos pueden presentar estas señales:
- No parecen interesarse por el niño.
- Se saltan las citas y reuniones escolares.
- Desprecian a su hijo en público.
- Hablan del niño como si se tratara de una propiedad.
- Evitan que el niño tenga contacto social (para que no hable sobre el maltrato).
- Abusan de alcohol y sustancias tóxicas.
- Justifican la disciplina rígida y autoritaria, y habitualmente utilizan castigo físico y humillante.
Ante cualquiera de estas señales, es importante poner el tema sobre la mesa y conversar sobre la violencia familiar. Si los indicios persisten se debe recurrir a un psicólogo especialista en maltrato infantil lo antes posible. Hay que tener en cuenta que una conducta muy habitual tanto en niños como en adultos consiste en negar el maltrato con todo tipo de excusas y rechazar cualquier posible ayuda, en lugar de reconocer sus dificultades.
